En la diminuta Oficina de Turismo, en la plaza del Cabildo, se ofrece un plano con 23 sitios interesantes; en un día pueden visitarse todos andando porque están muy cerca uno del otro. Vistos los monumentos hay que apacentar el estómago. Los dos días que cenamos en Arcos fueron en sitios distintos. Hay menú por 7 euros en la mayoría de restaurantes de la zona y ofrecen comida del lugar: sopa de picadillo y gazpacho siempre.
Otra cosa que nos llamó la atención fueron los caracoles blancos y chiquitos que se toman en los bares de tapeo. Los ponen sólo hervidos, en un vaso y en el jugo de cocerlos. La gente se entretiene comiéndolos, uno a uno, y luego se beben el caldo.
Esta tierra está llena de miradores. En Arcos el Mirador de la Peña Nueva en la Plaza del Cabildo, centro del casco antiguo, es espectacular.
Dormimos en un hotel con encanto: “La casa de Bóvedas”, un lugar para recomendar.
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