dimecres, 12 de març del 2014

UN FIN DE SEMANA EN BILBAO

Nada queda de aquella ciudad con imagen lluviosa, oscura y gris que disfruté en mis primeros años profesionales en el País Vasco. Ese Bilbao industrial del que hace tres décadas decían que en los tendederos la ropa blanca se volvía enseguida negra, poco a poco, cambió a lo grande gracias a la mano de proyectos urbanísticos vanguardistas
Ese carácter duro se fue dulcificando y, en la década de los ochenta, con la reconversión industrial, desaparecieron los astilleros y las acerías de toda la orilla de la ría del Nervión. Luego fueron surgiendo edificios que auguraban un nuevo futuro para la ciudad.


El Museo Guggenheim es lo más significativo del cambio y luego, siguiendo su rastro, salieron las Torres de Isozaki, el Puente Zubizuri, la Torre Iberdrola, la Alhóndiga, el Palacio Euskalduna o la estación de Abando.
El hotel Barceló Nervión donde nos alojamos, está situado en un paseo precioso, el Campo Volantín, y es en ese punto donde se puede empezar el recorrido por la ciudad.


La primera visita está allí mismo, el Guggenheim Bilbao Museoa, símbolo de la modernidad vasca.


Es una impresionante mole de granito, cristal y titanio, diseñado por Frank O. Gehry y simula un barco atracado en la ría. ( Es recomendable dar una vuelta completa al edificio para notar esa forma de barco varado y bajar después caminando en dirección a la ría porque, al torcer a la derecha, se contempla la araña de Bourgeois, llamada “mami”) Entrar en el interior del museo es como cruzar un espejo mágico porque te quedas impresionado mirando su atrio en cualquier dirección. Las exposiciones que alberga ya son otro cantar.


Después de hacer montones de fotos puedes seguir el recorrido por la orilla de la ría hasta el puente de Zubizuri (“puente blanco” en euskera), obra de Santiago Calatrava que con su suelo de cristal y pasarela suspendida por un cable, hace marear a más de un visitante. Este puente une el Campo Volantín con las torres Isozaki.


Seguimos paseando río arriba hasta llegar a la altura de una plaza ocupada por una escultura de Oteiza, titulada “Variante ovoide” detrás de la cual está el Ayuntamiento.
A escasos metros cruzamos el romántico parque del Arenal. Este paseo es la mejor entrada al Casco Viejo. Hace muchos años ésta era una zona de pescadores y marismas.
Es en este punto donde se debe buscar el Teatro Arriaga, precioso edificio de finales del siglo XIX y que ha sido siempre punto de encuentro de todos los bilbaínos bohemios. Su imagen recuerda la Ópera de París o el Teatro Real de Madrid.


Si a esta altura cruzases el puente del Arenal encontrarías el edificio de la Sociedad Bilbaina y la estación de la Concordia que es un edificio modernista, referente de la Belle Epoque bilbaína.
Por cualquiera de las calles que allí convergen podemos adentrarnos al Casco Viejo. Siguiendo el mapa optamos por la calle Correos y así llegar a la Plaza Nueva lugar muy concurrido de la parte antigua donde todavía se ve jugar a los niños en plena calle.
Es tiempo de hacer un alto y dar placer a todos los sentidos tapeando, txikiteando o poteando. Hicimos un recorrido gastronómico alrededor de la plaza. Nos pareció fantástico Bar Bilbao, el Zuga y Victor Montes donde se degustan pinchos a todas horas.


Calles y callejuelas adoquinadas que formaron el origen de la ciudad y que ahora conservan esa arquitectura tan característica de galerías con cristaleras en cuyos bajos se encuentran un montón de comercios. Este intrincado laberinto son las llamadas Siete Calles.
Si decides también dar placer al espíritu dirígete hacia la Catedral gótica de Santiago. Enseguida se ve la torre que destaca sobre los demás edificios del casco antiguo. En el interior se pueden ver arcos, bóvedas y vidrieras tan característicos del estilo gótico. Lo mejor, el pórtico.


Esta Catedral se construyó en honor al apóstol Santiago por la cantidad de peregrinos que pasaban por Bilbao en su camino hacia Santiago de Compostela.
Pasamos también por la Biblioteca de Bidebarrieta, por la Real Academia de la Lengua Vasca y encontramos un lugar entrañable en una esquina, el Monumento a la Begoña de los Txikiteros. Es éste un lugar único desde el cual se puede ver desde el casco viejo, la basílica de Begoña, que alberga a la patrona de Bizkaia


En la segunda parte del fin de semana la cita ineludible fue recorrer el Ensanche, barrio construido a finales del XIX debido al crecimiento de la población.
Entramos en el Museo de Bellas Artes aprovechando la entrada doble del Guggenheim. Este museo se encuentra en el Parque de Doña Casilda, una de las zonas verdes más grandes del centro de la ciudad. En su interior hay colecciones de pinturas de las escuelas flamencas, francesas, del renacimiento, holandesas y también españolas. (De 10 a 20 h, cierra los lunes, entrada, 6 euros y conjunta con el Guggenheim, 13.50 )


Buscamos el eje del Ensanche que es la Gran Via. Desde allí a plaza Moyúa; y por Alameda Recalde anduvimos callejeando y respirando el aroma de la zona más bulliciosa, lúdica y comercial de la ciudad.
Llegamos frente a La Alhóndiga, antiguo almacén de vinos completamente remodelado como centro cultural y de ocio (43.000 metros cuadrados), un lugar espectacular.


La tarde iba entrando y pensamos que la mejor manera de despedir el día era llegar hasta la plaza del Funicular para subir al monte Artxanda y contemplar Bilbao a nuestros pies y ver ponerse el sol.


Dos adjetivos adjudico a esta ciudad tan noble de Euskadi:  la amabilidad y la elegancia.

Laster arte, Bilboko !!!!


RECOMENDACIONES

Es muy interesante el Metro Bilbao, (obra de Norman Foster) porque ofrece un paisaje bajo tierra digno de visitarlo por su arquitectura, originalidad, sencillez y eficacia. Pensad que recibió el Premio Brunel de arquitectura ferroviaria (la estación Sarriko en particular). Billete sencillo: 1.50 euros

Haciendo un alto en el callejeo tomad un café en “El Bulevard” ( zona del Arenal)

En todo Bilbao, a la hora de beber vino, se “potea” (el chiquito es un “pote” y el corto de cerveza un “zurito”)

Para compras gastronómicas hay que ir al mercado de la Ribera, cerca de la Catedral, en la zona de las Siete Calles.

Coged el funicular para subir al mirador del monte Artxanda. El recorrido dura pocos minutos y tiene una frecuencia de 15. Desde este mirador se entiende porque los bilbaínos llaman a la ciudad “botxo” ya que se ve como metida en una especie de agujero y rodeada de verdes colinas.




3 comentaris:

Anònim ha dit...

Excelente recorrido...gracies b7s.

Vuelos Bilbao Madrid ha dit...

Genial y precioso recorrido.

Casco Viejo de Bilbao ha dit...

Nos encanta que te halla gustado nuestra tierra :)