divendres, 17 d’abril del 2015

DOÑANA EN PRIMAVERA

“ Placíanle a doña Ana de Mendoza aquellos parajes, y su obsequioso marido, el duque de Medina Sidonia, tuvo a bien construirle ahí mismo un palacio. Encantado el aristócrata, pues tales lares también los gozaba él en sus cacerías ” …

De ese modo comienza una de las crónicas cortesanas del siglo XVI y, leyéndola pienso que los dos fueron dichosos, y dichosos fueron también los cazadores que en los siguientes siglos frecuentaron las marismas y las dunas de lo que se acabó llamándose el Bosque de Doña Ana.


Posteriormente el nombre se simplificó hasta ser el de Doñana con el que los primeros estudiosos del siglo XIX interesados por la zona, ya lo conocieron.
Doñana es Reserva de la Biosfera. Es un lugar mimado y famoso, pero sencillo y humilde a primera vista.


Nuestro objetivo fue visitarlo de una manera ordenada y recibiendo el máximo de explicaciones.
De los cinco centros de visitantes que permanecen abiertos todo el año, tres se encuentran en la provincia de Huelva, en el sector occidental del parque. En principio el acceso es libre y gratuito, pero la mayoría de los visitantes elige un itinerario organizado que se hace en vehículos todo terreno. La reserva es obligada y debes abonar una tarifa.


Estas visitas planeadas parten del Centro de recepción de Visitantes de “El Acebuche”, y durante cuatro horas te introducen en el Parque haciendo paradas en distintos puntos de los ecosistemas más importantes.



El folleto explicativo habla de dunas vivas, bosques, cotos, fósiles, lagunas, veras, castañuelas y bayuncos, y pone la miel en la boca con fotografías de colonias de flamencos y de otros animales. Así las expectativas del visitante crecen más cuando leen que más de trescientas especies distintas de aves pueblan las marismas. Pero... ¡Atención !, un parque natural no es un zoo.


Empecé la visita con mucha ilusión y muy atenta a las explicaciones del conductor-guía que con mucha profesionalidad y conocimiento nos daba todo tipo de detalles. En la primera parte del recorrido terminé un poco cansada de tanto traqueteo y zarandeo por las montañas de arena pensando que no me gustaría pasar mucho tiempo en un desierto.


Luego, al aparecer la vegetación, la cosa mejoró un poco. Los restantes pasajeros del coche se alborotaban cada vez que veíamos un venado o un jabalí paciendo tranquilamente y que no se inmutaba por las cámaras ni las voces de los visitantes.


En una de las paradas que hizo el todo-terreno pudimos ver el Palacio de las Marismillas, famoso por ser el lugar escogido por algunos de los presidentes de gobierno españoles para pasar vacaciones de verano. Es una casa palaciega de estilo colonial inglés situada en un lugar tranquilo y privilegiado del Parque.


Como resumen de nuestra visita puedo decir que Doñana es un espacio ancho, horizontal y luminoso, como observamos en el paso natural de sus cotos boscosos a sus húmedas marismas. Vi también muchas dunas, muchísima arena y pocas aves.


Después de más de tres horas de recorrido y cuando llegábamos al final, tuve lo mejor de la tarde: más de treinta kilómetros entre el Océano Atlántico y la muralla de dunas; circulamos por la margen derecha de la desembocadura del Guadalquivir, frente a la población gaditana de Sanlúcar de Barrameda.


Había que verlo, pero no volvería ; dejemos descansar a la naturaleza.



Un hermoso regalo al caer la tarde: un nuevo atardecer en tierras andaluzas.







1 comentari:

Anònim ha dit...

Habrá que ir, al menos una vez en la vida. Quizá tres horas son demasiadas por las dunas. B7s