Los
peregrinos que salen de Roncesvalles para iniciar su Camino de
Santiago saben mucho de sendas cubiertas por la penumbra de techos de
hojas. También saben que de vez en cuando se asoma algún prado
alpino; todo ello se vive caminando por esos lugares.
Nosotros
comenzamos nuestra ruta en Zubiri.
Esta
localidad
es famosa por el Puente de la Rabia sobre el río Arga. La leyenda
dice que los vecinos llevaban a sus animales a dar tres vueltas al
pilón central de su arcada para sanarlos de cualquier mal.
Pensamientos
en mi libreta viajera:
"....Las
aguas límpias del río Arga circulan plácidamente... "
“...
Ega,
Arga y Aragón hacen al Ebro varón"- decíamos en la
escuela...”
“...
Ramitas de boj bajan de vez en cuando, ¿llegarán hasta nuestro
Mediterráneo tan querido?..."
Esta
caminata por las tierras altas del Reino de Navarra nos deleitará
con los bosques más bucólicos que podemos encontrar: hayas,
abedules, robles, tejos, acebos y pinos centenarios.
Y
será el río Arga nuestro compañero fiel que no nos abandonará
hasta la gran urbe, la ciudad de Pamplona,
final de nuestra ruta.
El
encanto de Pamplona reside en sus parques , en sus calles
adoquinadas, en sus monumentos nostálgicos, en las fachadas del
casco antiguo y en sus rincones rancios y solitarios.
La
ciudad se siente paseando sin rumbo y sin prisas.
La
Catedral de Santa María es un lugar peculiar. Levantada en estilo
gótico entre los siglos XIV y XVI, tiene uno de los claustros más
estilosos que hemos visto. Se sabe que en esta catedral trabajó uno
de los más célebres canteros del románico, el maestro Esteban,
quien también intervino en la construcción de la catedral de
Santiago.
Nuestro
camino nos lleva hacia el corazón del casco histórico – calle de
la Curia, plaza de San José, calle de los Mercaderes, donde se
cierra la curva más peligrosa del recorrido del Encierro en los
Sanfermines, hasta topar con la plaza del Ayuntamiento, presidida por
la altiva y dieciochesca fachada de la casa consistorial.
Hay
que avanzar despacio por la calle Mayor, disfrutar de los escudos
heráldicos de las fachadas, de los escaparates de las coquetas
tiendas con solera, de los balcones llenos de geranios...
Además
el casco antiguo cuenta con muchos edificios históricos que relatan
la historia de la ciudad : iglesia de San Saturnino, el Palacio del
Condestable, la iglesia de san Lorenzo, la de san Nicolás, la
Biblioteca General y el Museo de Navarra.
Pero
uno de los recorridos más especiales es el que atraviesa el Paseo de
Sarasate, un amplio bulevar con árboles de hoja caduca. Allí se
encuentra el Monumento a los Fueros, la Diputación y el Parlamento.
Muy
cerca se ubica la Plaza del Castillo a la que los pamplonicas llaman
cariñosamente "el cuarto de estar" de Pamplona. Allí está la ruta de bares que Hemingway hizo famosos en su libro "Fiesta".
Tomarse
un café en el Iruña (donde Hemingway tiene su rincón) puede ser un
encuentro con el siglo XIX que es lo que se percibe nada más
traspasar el umbral.
De
allí arranca el otro gran paseo de la ciudad, la Avenida de Carlos
III, donde se encuentra el Monumento al Encierro, uno de los más
fotografiados, que lo forman veinte figuras de bronce donde se palpa
el pulso entre el animal y el hombre.
Y
quienes quieran dirigir sus pasos a la Ciudadela, el fuerte con forma
de estrella construido por Felipe II, podrán disfrutar de un parque
con sabor histórico.
Nos
despedimos de este lugar entrañable con una frase que reza en el
Ayuntamiento de Pamplona:
"
La puerta está abierta para todos, pero mucho más el corazón"
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