Londres es una
ciudad muy grande porque tiene más de 7 millones de habitantes,
pero, paradójicamente, caminar por el centro no es nada estresante:
cada uno sigue su camino, no hay conductores histéricos que hacen
sonar el claxon, se respetan los semáforos que apenas duran diez
segundos para los peatones … básicamente la mayoría de gente
sigue unas normas de comportamiento british.
Lo que no sé yo
si llegaría a acostumbrarme a la forma de conducir por la izquierda
que tienen los ingleses. Menos mal que en muchas calles está escrito
en el suelo LOOK RIGHT o LOOK LEFT para saber si los coches vienen
por la derecha o por la izquierda.
Nuestra
estancia en Londres ha sido en las cercanías de las fiestas
navideñas por lo que hemos respirado un alegre espíritu navideño:
la iluminación de las calles alegra la ciudad; los escaparates de
las tiendas están diseñados con mucho estilo y los mercadillos
navideños aparecen en muchos rincones de sus barrios.
Perderte
en ellos es una experiencia porque puedes adentrarte en su cultura y
sus costumbres.
Decidimos
dar un paseo por la orilla del Támesis, algo imprescindible si
quieres disfrutar de las vistas espectaculares del Big Ben, la London
Eye, la Torre de Londres o la Catedral de St Paul's al fondo.
En
esta ubicación mágica nos encontramos con unas ochenta casitas de
madera que se alineaban desde el London Eye hasta el puente de
Waterloo.
Es
el Southbank Centre Chrismas Market, un
mercado navideño al más puro estilo alemán que nos recordó los
mercadillos navideños que vimos en Berlín.
Allí
se puede comprar inusuales artículos navideños, regalos
artesanales, degustar productos locales, calentarse con un
reconfortante Glühwein (vino caliente) o saborear una taza de
chocolate muy bueno.
Al
final del paseo otro básico, el espectacular Tower Bridge .
Una
experiencia inolvidable: un atardecer sobre el río Támesis … ¡
Qué ganas tengo de volver a disfrutarte. Londres !
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