divendres, 4 d’octubre del 2013

DE RUTA POR BARCELONA: LA PLANA DE VIC



Por la mañana, cuando empieza a romper el día, el sol parece que no quisiera salir y la niebla es el decorado predilecto en esta zona. Toda la Plana de Vic se despierta bajo esta bruma que humedece los tejados. Y las callejuelas de estos pueblos huelen a una mezcla de olor a cera y a esencia de lavanda.
Hace frío. Habrá que esperar a las doce del mediodía para descubrir que el día es claro. Entonces, el sol nos vendrá a visitar. Mientras, empezaremos nuestra ruta en la capital de la Plana: la ciudad de Vic.
Callejear por el centro histórico de esta ciudad es muy fácil si se sigue una ruta muy bien señalizada que permite fijarse en treinta y dos edificios de interés arquitectónico, histórico o artístico (Plano muy didáctico que dan en la oficina de Turismo)

Los más visitados son el Templo Romano del siglo II; las murallas del siglo XIV, el Ayuntamiento y la Catedral donde confluyen el románico, el gótico, el barroco y el neoclásico. Pero a nosotros lo que más nos gusta es El Mercadal o Plaza Mayor porque es uno de los espacios más característicos y dinámicos de la ciudad. Este emplazamiento ha acogido el mercado desde el siglo IX, mucho antes de que se construyeran las casas que dibujan la actual plaza; actualmente se celebra cada martes y cada sábado.
Hoy en día todavía podemos encontrar paradas con productos de la tierra, flores, artesanía y aves, así como paradas con todo tipo de producto de ropa y complementos.

Saliendo de Vic dirección Roda de Ter, a medio camino, algunas curvas más allá del pueblo de Tavérnoles, encontramos el primer motivo de la excursión: el castillo de Savassona. Este castillo se levanta sobre una peña, haciendo gala de una situación entre estratégica e imponente.
Cerca se disfruta de un magnífico mirador sobre el valle del Ter, la Plana de Vic y Les Guilleries.
Debajo veremos la Piedra de los Sacrificios, un enorme dado de roca, con escalones y hoyos artificiales. Entenderemos, al verla, por qué la imaginación popular la ha visto como un altar donde se celebraban sacrificios humanos.


Pocos metros antes de llegar al Parador de Turismo de Vic hay una pista que nos lleva al monasterio de Sant Pere de Casserres.
Hay que contemplar bien este paisaje, sobre todo ahora que el pantano está lleno; hay que mirar las especies de cactus autóctonos y las piedras escampadas que se usaron para construir el monasterio.


Las aguas del pantano abrazan el monasterio que ha salido del olvido y abandono de muchos años, para mostrar orgulloso su condición de Monumento Artístico del Románico Catalán. Al final de la pista encontramos el Centro de Acogida, (aparcamiento, bar, tienda, restaurante, fotografías murales y mucha documentación del antes y el después de la restauración)
Al traspasar este centro el Monasterio se hace visible.


La leyenda explica que los vizcondes de Cardona tuvieron un niño que a los tres días de nacer habló anunciando que antes de un mes se moriría, que pusieran su cuerpo dentro de una cajita y ésta sobre un caballo. Allí donde el animal se parase habían de construir un monasterio. El caballo llegó hasta una península formada por el río Ter, conocida como Castrum sierras, castillo de las sierras, donde había una pequeña iglesia dedicada a San Pedro.
Esto pasaba a principios del siglo XI.


¿Qué hay de cierto?
La vizcondesa Ermetruit, en el año 1006, compró el dominio al Conde Ramón Borrell de Barcelona con la intención de construir allí un monasterio dedicado a San Pedro.
Los vizcondes no tuvieron más descendencia y es probable que erigieran el monasterio sobre los restos de su hijo.
A partir del 1012 empezó a tener vida comunitaria, pero los siglos XIV y XV decayó de tal manera que sólo había dos monjes. Estas propiedades pasaron a manos de particulares y, en 1991, al Gobierno, que llevó a cabo la restauración.
Actualmente el monasterio alberga una exposición permanente donde se interpreta la vida de los monjes, mediante la recreación de las salas que han conservado la misma disposición a lo largo de los siglos.


Sant Pere de Casserres es una joya del románico catalán que, como consecuencia de haber padecido un estado de pobreza permanente en mil años, prácticamente no se ha modificado.
Llama la atención la escasa altura de su campanario, de sólo un piso; quizá puede ser la consecuencia de la falta de dinero.
Al entrar te invade la austeridad del románico lombardo que destaca sobretodo por una gran iglesia.
Esta iglesia debió construirse con la entrada a poniente y el espacio físico de que se disponía era mínimo. Por esta razón, la nave es más ancha que larga y el suelo mantiene la pendiente del subsuelo.


El pequeño claustro es uno de los lugares más acogedores y el silencio que te envuelve es absoluto. Damos un paseo alrededor del monasterio y enseguida vemos la espectacularidad de su emplazamiento. El río Ter, en un punto de su recorrido, parece que quiera volver atrás y se enfila hacia el norte dibujando un gran meandro y formando una larga lengua de tierra, al final de la cual está este conjunto arquitectónico.


Seguimos ruta y, a pocos kilómetros, encima de los peñascos que enmarcan el pantano de Sau, Tavertet es ideal para terminar una jornada paseando tranquilamente y disfrutando de su atractivo paisaje.


Son muchos los urbanitas que, deseando relajarse y desconectar un poco de tanto asfalto, eligen este rincón del Collsacabra.
Se dice que se respira el aire más puro de Cataluña pero sin duda lo más espectacular son los despeñaderos que limitan con el Valle del Ter.


En esta región montañosa este pueblo nos espera encaramado sobre los cerros que enmarcan el pantano de Sau.
Su espectacular situación, en el promontorio, es lo primero que nos llama la atención. Luego el paisaje de los alrededores que le da un aire bucólico te acaba de enganchar.
                                               
                                        Anochece y regresamos a la capital.


2 comentaris:

moli ha dit...

Preciosos pueblos....

Francesco ha dit...

Un pueblo muy lindo.
www.easeetrip.com