Aún
en tierras turolenses, esperando a un verano que no quiere
acercarse, me viene la imagen de un lugar lejano donde tengo mi
hogar : La
Garriga,
comarca del Vallés Oriental, a 40 km de Barcelona.
Algunos
pueblos de esta comarca, en el siglo XIX, fueron escogidos por
familias ricas como lugar de veraneo. La Garriga fue uno de ellos.
La
llegada del ferrocarril en 1875, unido a un clima benigno, un rico
entorno natural y la cercanía a la capital, fue lo que hizo que esta
burguesía barcelonesa escogiera este lugar, donde yo resido, para
pasar días de tranquilidad y descanso.
Este
veraneo de familias pudientes hizo que el pueblo cambiara porque
trajo un estímulo económico que favoreció el comercio y el
desarrollo de servicios. De ser un pueblo que nació al amparo de una
economía agrícola pasó, casi sin querer, a lugar de encuentro y
ocio emergente de dicha burguesía catalana.
Como
necesitaban casas que estuvieran de acuerdo con su estatus social,
comenzaron a construirse nuevas residencias siguiendo la moda
arquitectónica internacional del momento: el Modernismo.
Hablar
de esta arquitectura modernista es hablar en concreto de la obra del
arquitecto Raspall, máximo exponente del modernismo de veraneo.
Manel
Joaquim Raspall fue alumno del famoso Lluis Domenech y Montaner,
famoso arquitecto de la primera generación modernista.
Su
primer trabajo fue la rehabilitación de Can Mayol, la casa que su
madre tenía en La Garriga, que hoy se conoce como Casa Raspall, sede
de la oficina de Turismo del pueblo.
Su
actividad laboral como arquitecto municipal de diversas localidades
cercanas ( L'Ametlla del Vallès, Cardedeu, Granollers, Montmeló
...) hizo que sus obras se esparcieran por esta zona. Dando un paseo
y observando estas edificaciones, podemos reconocer cada una de sus
etapas, desde el modernismo al art decó.
Superficies
onduladas, formas vegetales y frutales, azulejos de cerámica,
vidrieras, hierro forjado, ventanas de formas sinuosas, medallones,
bellos grupos escultóricos, nuevos materiales, interiores repletos
de cristales emplomados .... ¡ Modernismo !
Estas
villas que parecen salidas de cuentos infantiles se sitúan a lo
largo de la Ronda del Carril y en todo el emblemático Passeig.
De
todas ellas, destaca la Isla Raspall, declarada Bien de Interés
Nacional en 1997, Es una manzana de casas situada al comienzo de
dicho Passeig.
Cada
otoño los plataneros centenarios de ese Passeig de La Garriga
sacuden sus hojas y todo el pavimento se convierte en una alfombra
donde la sinfonía de ocres se suma el entorno de esas lujosas casas
modernistas que sobresalen entre la incipiente desnudez de sus ramas.
Casa
Barbey, La Bombonera, la Torre Iris, Casa Barraquer, Villa Trianon,
Can Reig ...más de cincuenta villas catalogadas. Todas presentan un
estilo uniforme, pero poseen detalles tan singulares que las dotan de
personalidad propia y que las convierten en casi mágicas.
Este
aire de ostentación ochocentista, de opulencia antigua y decadente,
no ha podido ser difuminada ni por el paso del tiempo ni por las
nuevas construcciones.
¡¡
Cuántas veces he salido con mis alumnos a dibujarlas !!
A
todo este curioso cóctel de naturaleza, opulencia y modernismo,
aún le falta un ingrediente: los manantiales de aguas termales que
han dado fama a la villa desde la época de los romanos.
Este
termalismo, que ha dado proyección internacional a La Garriga, está
representado por dos establecimientos balnearios: Termes La Garriga y
el Hotel Balneario Blancafort.
Sus
aguas mineromedicinales, con reconocidas propiedades sedantes, manan
a 60º. Son ricas en silicio y fluor, ideales para la belleza de la
piel y para combatir el estrés y las patologías dolorosas
articulares.
Si
después de buscar, mirar, observar y fotografiar estas residencias
aún os queda tiempo, podéis acercaros a la Villa Romana, a la
Iglesia Románica de la Doma, a la Ermita de Santa María del Camí,
al Molino de Blancafort o a la fortaleza de Rosanes ... o a la casa
de Elvireta.
La
primavera dará paso al verano y éste a un nuevo otoño.
El
Passeig de La Garriga volverá a teñirse con variadas tonalidades
de verde y de su fuente modernista brotará el agua con tanta fuerza
que salpicará a los niños que juegan a su alrededor cuando salen de
la escuela, la misma escuela donde he trabajado durante treinta y
cinco años.
El
aire fresco que baja del Montseny danzará por las calles, alborotará
los jardines de las casas modernistas y continuará su camino cargado
de añoranzas transportando algunas de las que yo siento cuando estoy
lejos.
* Agradezco a Roser y Gerard les fotos tan hermosas que me han regalado.
2 comentaris:
Siempre me ha parecido interesante e inteligente, vivir en lugares en los que otros solo van a veranear o pasar sus vacaciones. Son sitios especiales. B7s.
Deseando estamos que nuestros amigos nos visiten para poder enseñarlas estos pequeños tesoros modernistas que esconde La Garriga.
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