Ronda
alta
y taurina, histórica y literaria, silenciosa de noche y saturada de
turistas de día, cortada por el río Guadalevín que forma un tajo
que deja boquiabierto a todo el que se asoma.
Escribí
estas frases desde una habitación del hotel “Don Miguel” ,
teniendo de fondo el sonido de una retransmisión del partido de
final de copa entre el Atlétic de Bilbao y el Barcelona.
Este
hotel está en un lugar privilegiado porque se pueden disfrutar de
las mejores vistas del Puente Nuevo y del tajo desde sus ventanas. Es
uno de los hoteles con mayor encanto y de precio asequible, cosa
difícil de encontrar.
Iniciamos
la visita en un punto obligado, la plaza de España que se asoma al
tajo por el famoso Puente Nuevo. Desde allí, con un plano numerado y
bien explicado que se recoge en la oficina de turismo situada en la
misma plaza, puede visitarse toda la ciudad en un día. Eso sí, con
zapatos cómodos y cámara en mano, porque cada monumento, cada
paisaje, cada rincón merece una buena foto.
El
pequeño río Guadalevín divide en dos el núcleo urbano y deja a su
paso este abismal tajo tan famoso.
En
el sur se sitúa la parte antigua, centro primitivo y medina
musulmana.
Este
pasado nos lo recuerdan las laberínticas calles, la puerta de
Almocábar, la plaza del Campillo, los baños árabes y el alminar de
San Sebastián. Me gustó mucho esta zona con rincones pintorescos,
como el callejón de los Tramposos, tras el cual se alza la bella
iglesia de Santa María de la Encarnación.
Aquí,
en estas calles se encuentra la Andalucía que busco, donde la paz y
la tranquilidad lo inundan todo y la belleza del detalle de una
maceta, una reja o una simple puerta hace hermoso lo sencillo.
La
otra zona es el Barrio del Mercadillo, surgido en el siglo XVI, que
se corresponde con la Ronda nueva, ancha y alegre. Entramos por la
comercial calle Carrera Espinel y desembocamos en la Plaza de Toros,
uno de los monumentos más populares de los rondeños que es también
una de las plazas más antiguas de España.
Cerca
de esta Plaza, se encuentran locales de tapas decorados al más puro
estilo andaluz que son una delicia para los sentidos. Hay que probar
ibéricos, rabo de toro, calamares, pescaítos y sopa cachorreña.
Escritores
como Hemingway, Amis o Rilke se enamoraron de este rincón de
Andalucía. También los restos del famoso Orson Welles descansan en la finca
de los Ordoñez. Todo este pasado taurino ha condicionado esta otra
parte de la ciudad.
Al
atardecer merece la pena pasear por los jardines que se extienden
detrás del Parador de Turismo, por sus espectaculares vistas sobre
el tajo.
“He
buscado por todas partes la ciudad soñada, y al fin la he
encontrado en Ronda"
Poeta Rainer María
Rilke
2 comentaris:
Ese tajo me impresiona y me atrae, pero no más que esa pequeña ventana en la que no cabe ni una maceta más. Me ha gustado mucho pasear por Ronda en esta tarde de domingo tranquila. Tomo nota del Hotel por lo que pueda ser. B7s.
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