Después
de seis días de travesía por el norte de Portugal, nos preparamos
para entrar en Galicia. Lo hicimos por un entorno grandioso: el viejo
puente sobre el río Miño, una construcción de hierro con un toque
romántico que le da el famoso río gallego abajo. El Miño se nos
ofrece luminoso, sereno, amplio.
Este
río lo comparten dos ciudades imponentes y llenas de historia con
monumentos frente a frente. Parecen enemigos que se vigilan uno al
otro: Valença do Minho y Tui.
Servidora,
Elvireta, lo crucé en furgoneta a las 7.10 horas y Joseph andando a
las 12.30 horas.
El
final de etapa sería en el Albergue de peregrinos; ese es siempre
nuestro punto de encuentro.
Lo
primero que hago al llegar al Albergue es buscar un lugar donde
aparcar (mi gran problema) porque casi siempre los albergues están
en el casco histórico y éste muchas veces es peatonal. Luego busco
el lugar donde pernoctaremos y pienso en el tema de la comida-cena.
Cuando
todo esto lo tengo resuelto doy una primera visita a lo más
importante del lugar.
Cada
etapa tiene su catedral, su ermita, su casa histórica, una calle
coqueta, un remanso de paz...
Tui
conserva
restos de los recintos amurallados para su defensa. Son del siglo XII
y XIII y formaban un trapecio irregular con varias torres defensivas.
Sólo se conserva en buen estado “A Porta da Pia”.
Recorrí
las calles Entrefornos, Rúa do Corpo Santo y otras callejuelas
medievales, estrechas, hasta llegar a su Catedral.
Toda
la riqueza artística de la ciudad se concentra en su Catedral.
Iniciada
su construcción en el siglo XII, tiene de estilo románico la
planta, los muros exteriores, la portada norte y muchos de sus
capiteles. Luego, la fachada principal es gótica, primera de ese
estilo realizada en la Península Ibérica.
Me
gustó esta Catedral porque tiene apariencia de fortificación.
Presenta torres almenadas, caminos de paso y pasadizos que le dan una
imagen guerrera que no pasa desapercibida.
Visité
también el claustro gótico que es un espacio de gran belleza
armónica, ¡precioso!
Es
el único gótico conservado en las catedrales gallegas.
Nunca
dos euros que pagué por la entrada dieron tanto de sí.
Muchas
veces la
necesidad de ocupar el tiempo de espera me hace sentar delante de
retablos llenos de santos e historias bíblicas.
Entonces,
el silencio del templo da paso a una vibración interna que también
podríamos llamar meditación espontánea. Luego sientes la energía
viva que está presente en esos lugares mágicos.
También
puede visitarse el Convento de Santo Domingo, el de las Clarisas, la
Iglesia de San Francisco y la de San Bartolomé y las Capillas de la
Misericordia y la de San Telmo.
Pero,
si el día es caluroso, hay que pasear por las orillas del río Miño,
bajo la sombra de su bosque de ribera o bañarse en sus playas
fluviales, próximas al núcleo urbano.
La
playa de la “Fábrica”, inmediata al club del piragüismo, cuenta
con el atractivo de ser inicio del Camino de Santiago portugués.
No
puedes abandonar este precioso casco antiguo declarado también
conjunto histórico-artístico, sin probar las empanadas de sardinas
o de pollo, los pescados como el lenguado y el rodaballo o los “peces
de almendra”, dulces muy apreciados.
Galicia
os espera.
2 comentaris:
No es fruto de nuestra imaginación esas “energías” de los templos, en la antigüedad ya sabian de estos temas y se aprovechaban de ello. En una ocasión, en la Iglesia de Forcall, en Castellón, entre en la más absoluta soledad y oscuridad, me senté en uno de los primeros bancos y al momento, cuando mis ojos ya se habían adaptado a la oscuridad, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo y me entraron ganas de llorar, salí llorando a lagrima viva. No la he vuelto a pisar.
Me gustan mucho las fotos que acompañan tus palabras, que por supuesto me gustan también y sabes que leo con especial atención. Esa iglesia fortificada me encanta…B7s.
Hugo que maravilla de blog...siempre prometiste¡¡
ABRZO
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