diumenge, 22 de març del 2015

DESCUBRIENDO TIERRAS ONUBENSES: La Ruta Colombina


El Barceló Beach Resort donde nos alojamos en nuestra estancia por tierras onubenses está a la entrada de Punta Umbría, en plena zona de los Enebrales. Tiene una buena ubicación desde donde hacer las diferentes rutas por esta provincia andaluza.
Algo cansados de los 1.139 km hechos de una tirada desde Barcelona a Punta Umbría en nuestra furgoneta, decidimos que la primera ruta por tierras de Huelva sería cercana, tranquila y de pocos paseos.


Todas las guías turísticas proponen visitar los lugares colombinos porque están íntimamente relacionados con el inicio de la aventura del descubrimiento de América.


En la primera parada es obligado visitar el Monasterio franciscano de Santa María de la Rábida, donde Colón se refugió después que el rey portugués no hiciera caso de sus quimeras. 


Fue precisamente en este sencillo, pero hermoso lugar donde el navegante encontró apoyo, hospitalidad y comprensión para su proyecto.


El monasterio destaca más por su significado histórico que por su belleza artística. No pudimos visitarlo detenidamente por lo avanzado de la hora, pero las estancias visitadas nos gustaron muchísimo. Las imágenes dan fe de ello.


A poca distancia y a orillas del río Tinto encontramos el Muelle de las Carabelas que en sus tranquilas aguas están plantadas las réplicas de las tres famosas embarcaciones.


Joseph subió y paseó por el puente de mando, cruzó las cubiertas y se permitió una zambullida por el interior de las bodegas.


Junto a las naves hay una sala de exposiciones que da a conocer con todo detalle todo lo relacionado con la aventura colombina.
Si hay tiempo e interés también se puede dar una ojeada al Jardín Botánico Celestino Mutis (hay especies vegetales propias de iberoamérica)



El día lucía espléndido cuando llegamos a Palos de la Frontera. Toda la villa está plagada de recuerdos del Descubrimiento: el largo y frondoso paseo de la avenida América, los muelles de Palos donde se construyó la carabela Pinta, la casa-museo de Martín Pinzón y el antiguo hospital para marineros.


A derecha e izquierda, en todas las calles y plazas sobresalen macizos de flores y casas encaladas que desprenden mucha luz.


Llegamos a Moguer, una atractiva ciudad andaluza de vocación marinera. Allí nacieron muchos de los tripulantes reclutados para acompañar a Colón. Pero por lo que de verdad destaca es por el poso de poesía que dejó Juan Ramón Jiménez, premio Nóbel de Literatura.


Todo el pueblo está envuelto por esa atmósfera poética que desprende la casa donde vivió el autor de “Platero y yo” ; se nota en los escritos de los azulejos que hay en muchas calles y también en frases evocadoras que adornan algunas fachadas.


Recorriendo sus calles llenas de cal y luz, balcones y rejas, azulejos y verjas, te sumerges en la esencia de la Andalucía señorial y elegante. Esa sensación ya la viví en Ronda hace pocos años.


A las 19.20 h, en la Playa del Parador de Mazagón pudimos contemplar como se sumergía el sol en las aguas y detrás nuestro aparecía la luna.




No hay palabras para agradecer lo hermoso que nos da la vida.




Para ampliar información:






2 comentaris:

Unknown ha dit...

Un relato lleno de vida que me hace recordar vuestros días aquí y nuestro emotivo encuentro.

Anònim ha dit...

!Gracias por el paseo!
Que ganas tenemos de veros y que nos lo contéis